Ave cogiendo una mazorca de cacao. Mural Edificio A de Cacaxtla.
[Con este tercer título se continúa la historia de un manjar como el cacao, iniciada en dos entradas anteriores de este blog con los títulos "El descubrimiento del cacao" y "El cacao como moneda"
Artículo completo en "El cacao, alimento de dioses y suculento manjar" ( Sección GEOGRAFÍAS de la revista SIRINGA) ]
IV) El Chocolate en las crónicas de Hernán Cortés
Según las leyendas aztecas, Quetzalcóalt antes de partir para el remoto país de Tapallan, profetizó que regresaría “por donde sale sol”. En el año señalado en el calendario azteca como “Ce-acalt”. Este fecha correspondía al año 1519 de la era cristiana, justo cuando los primeros españoles al mando de Hernán Cortés desembarcaron en las costas orientales de México
Esta coincidencia en el tiempo supuso para los aztecas el anunciado regreso de su Dios desterrado. Y el recibimiento de los españoles como seres divinos. Después de ofrecer múltiples regalos de incalculable valor y uno de sus mejores palacios para aposento de Cortés y sus hombres, Moctezuma ofreció en vaso de oro a los visitantes la bebida más sagrada para los aztecas: el chocolote.
En aquel tiempo, compuesto por una mezcla de cacao, maíz molido, pimienta, especias variadas y afrodisíacos naturales. El resultado era una bebida tonificante, energética y afrodisíaca.
Más adelante los españoles asistirán repetidas veces a la comida del propio Moctezuma, que se desarrollaba como un rito fastuoso, con centenares de platos de los que el emperador apenas probaba algunos. No dejando, eso sí de beber chocolate en abundancia.
Todos los cronistas coinciden en el chocolate que tomaba Moctezuma tenía virtudes afrodisíacas.
Pronto se aficionaron los conquistadores a tomarlo, sobre todo porque le atribuían al chocolate propiedades tónicas muy apreciadas ante las duras condiciones de vida que llevaban. Cortés llegó a escribir en una de sus cartas al Emperador Carlos V que: “una sola taza de esta bebida fortalece tanto al soldado que puede caminar todo el día sin necesidad de tomar ningún otro alimento”.
Recordemos que la palabra chocolate tiene varias acepciones. Enumeramos algunas de ellas:
Esta coincidencia en el tiempo supuso para los aztecas el anunciado regreso de su Dios desterrado. Y el recibimiento de los españoles como seres divinos. Después de ofrecer múltiples regalos de incalculable valor y uno de sus mejores palacios para aposento de Cortés y sus hombres, Moctezuma ofreció en vaso de oro a los visitantes la bebida más sagrada para los aztecas: el chocolote.
En aquel tiempo, compuesto por una mezcla de cacao, maíz molido, pimienta, especias variadas y afrodisíacos naturales. El resultado era una bebida tonificante, energética y afrodisíaca.
Más adelante los españoles asistirán repetidas veces a la comida del propio Moctezuma, que se desarrollaba como un rito fastuoso, con centenares de platos de los que el emperador apenas probaba algunos. No dejando, eso sí de beber chocolate en abundancia.
Todos los cronistas coinciden en el chocolate que tomaba Moctezuma tenía virtudes afrodisíacas.
Pronto se aficionaron los conquistadores a tomarlo, sobre todo porque le atribuían al chocolate propiedades tónicas muy apreciadas ante las duras condiciones de vida que llevaban. Cortés llegó a escribir en una de sus cartas al Emperador Carlos V que: “una sola taza de esta bebida fortalece tanto al soldado que puede caminar todo el día sin necesidad de tomar ningún otro alimento”.
Recordemos que la palabra chocolate tiene varias acepciones. Enumeramos algunas de ellas:
- Para Joaquín Bastus y la Real Academia de la Lengua Española: “se supone que el nombre de chocolat, que daban los mexicanos a la bebida o infusión del cacao, del cual nosotros hicimos chocolate se formó de choco, que en antiguo significaba cacao y de late que quiere decir agua, es decir cacao disuelto en agua o agua de cacao”.
- Otra opinión es la de Castillo Ledón, quien manifiesta que la palabra chocolate (choco-atl) procede del náhuatl y esta compuesta por xoco (agrio) y atl (agua), es decir: agua agria.
De los soldados pasó a los Virreyes y gobernadores, así como a los frailes y monjas que iban estableciendo sus conventos durante la colonización. A las religiosas del convento de Oaxaca se atribuye el haber tenido la idea de mezclar con el cacao el azúcar recién importado del Viejo Mundo…
V) El cacaotero y tipos de cacao
V) El cacaotero y tipos de cacao
El cacaotero o cacaotal es una planta tropical americana de hojas sencillas, frágiles y brillantes que pueden alcanzar los ocho metros de altura, aunque lo ideal para una buena explotación es que lleguen hasta cuatro o cinco metros.
El fruto del cacao es una baya oval esférica, de color pardo, rojizo o amarillo. Está compuesto de cáscara externa y en su interior se encuentran dispuestas en fila las semillas o almendras de cacao, las de fuera están envueltas en una pulpa blanca y viscosa. El número varia entre veintiséis a sesenta almendras y están dispuestas en forma simétrica.
Una de las características típicas del cacaotero es que las flores se encuentran en el tronco del árbol. El cacaotero empieza a dar sus frutos a parir del quinto o sexto año de su plantación y alcanza su grado máximo hacía los diez u once años. Durante esta época suelen dar dos cosechas anuales.
Theobroma cacao es el nombre científico que recibe el árbol del cacao o cacaotero. Theobroma, en griego, significa: “alimento de los dioses”.
Existen varios tipos de cacaoteros identificados en cuatro grandes grupos.
- El criollo o nativo: originario de Centroamérica y nombrado así por los españoles a su llegada.
- El forastero: originario del alto amazonas y actualmente cultivado extensivamente en África e Indonesia
- Los híbridos: que consisten en cruces entre el criollo y forastero para conseguir la robustez del uno y el aroma del otro. Actualmente existen cientos de híbridos creados por el hombre o naturalmente que se han extendido y propagado por todo Centroamérica.
VI) Usos del chocolate en Occidente
Cuando se introdujo el chocolate en España y durante algún tiempo fue considerado un medicamento. Sobre todo para aliviar la debilidad orgánica, como cita el médico y cirujano Alonso de Ledesma (Ecija), en su libro: Curioso tratado de la naturaleza y calidad del chocolate que se publicó en Madrid (1631). Poco a poco la pasión por el chocolate fue haciéndose una realidad entre los españoles que lo iban haciendo más exquisito. Mezclándolo con azúcar, vainilla y canela.
El gran aprecio al chocolate llegó a preocupar a los gobernantes que pensaron incluso en cobrar impuestos y reglamentar su consumo. Se tomaba en cualquier sitio y a cualquier hora, igual que en América.
De tal envergadura llegó a ser el fenómeno que los alcaldes de Casa y Corte de Madrid, ordenaron en el año 1644 que: “nadie, ni en tienda ni en domicilio ni en parte alguna pueda vender chocolate como bebida”. Eso sí, se autorizaba la venta en pastilla, pero la bebida había que prepararla cada cual en su casa. El fin último de esta rocambolesca medida era evitar el espectáculo de la ociosidad que daba el pueblo tomando chocolate por las calles.
En el terreno eclesiástico la cuestión del chocolate dio lugar a opiniones muy contradictorias. En realidad el destino del chocolate y las funciones eclesiásticas han estado siempre unidos.
Ninguna otra bebida con estas propiedades (alimento reconfortante) podía convenir más a la iglesia, ya que no llevaba alcohol. Además los conventos le abrieron muy pronto sus puertas e incluso se dedicaban a elaborarlo. Y hasta nuestros días se ha considerado como tradicional y proverbial el chocolate de los canónigos.
También se vio en aquellos tiempos de ayunos extremos una posibilidad de alivio consumiendo chocolate. No obstante, aquí también salto la polémica. ¿Quebrantaba el ayuno quien tomaba chocolate?
Las opiniones eran para todos los gustos como el propio chocolate.
El gran aprecio al chocolate llegó a preocupar a los gobernantes que pensaron incluso en cobrar impuestos y reglamentar su consumo. Se tomaba en cualquier sitio y a cualquier hora, igual que en América.
De tal envergadura llegó a ser el fenómeno que los alcaldes de Casa y Corte de Madrid, ordenaron en el año 1644 que: “nadie, ni en tienda ni en domicilio ni en parte alguna pueda vender chocolate como bebida”. Eso sí, se autorizaba la venta en pastilla, pero la bebida había que prepararla cada cual en su casa. El fin último de esta rocambolesca medida era evitar el espectáculo de la ociosidad que daba el pueblo tomando chocolate por las calles.
En el terreno eclesiástico la cuestión del chocolate dio lugar a opiniones muy contradictorias. En realidad el destino del chocolate y las funciones eclesiásticas han estado siempre unidos.
Ninguna otra bebida con estas propiedades (alimento reconfortante) podía convenir más a la iglesia, ya que no llevaba alcohol. Además los conventos le abrieron muy pronto sus puertas e incluso se dedicaban a elaborarlo. Y hasta nuestros días se ha considerado como tradicional y proverbial el chocolate de los canónigos.
También se vio en aquellos tiempos de ayunos extremos una posibilidad de alivio consumiendo chocolate. No obstante, aquí también salto la polémica. ¿Quebrantaba el ayuno quien tomaba chocolate?
Las opiniones eran para todos los gustos como el propio chocolate.
Jesús Luna
1 comentario:
Hola Míster, bonito artículo de ese manjar de los dioses.
Aprovecho para saludarte y darte las gracias por el comentario de mi artículo.
Ya tengo las bases de la Ruta Quetzal 2009 y vamos a intentar que nuestros alumnos hagan trabajos.
Te recomiendo mi blog:
www.cienciaenrosa.blogspot.com
Abrazos.
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